martes, 15 de abril de 2014

¿QUIEN ES MÁS HOMBRE?


¿Qué es eso de ser varonil? Asumo, así nada más porque sí, que una persona varonil tiene características típicamente masculinas muy marcadas. Ya sabéis, pelo en pecho, bigote o barba, fuertes, de carácter firme. Que sean “caballerosos”, que se ofrezcan a pagar la cuenta, a abrir cuanta puerta se nos atraviese, a caminar por el lado de afuera de la acera, no llorar por cursilerías, incluso, tener dificultades para conectar con tu lado sensible: es normal, a los hombres, a los verdaderos hombres, se les dificulta analizar bien sus sentimientos. Es algo que tienen en el cerebro, o en los genes, o por ahí, en el escroto.

Debemos entender que la masculinidad va más allá de un conjunto de rasgos físicos y sociales que unos tienen y otros no. Es una posición de poder, una relación que tenemos con el resto de la sociedad, con las mujeres, pero sobre todo, con otros hombres. Existe una escala de la masculinidad que te coloca en una posición jerarquizada y que te permite compararte con otros de tu mismo sexo. Esto empieza desde que somos niños y nunca para, a menos que nosotros lo decidamos, pudiéndose convertir en una verdadera pesadilla si le damos una importancia mayor que la que en verdad tiene.
Recuerdo que en la primaria no era bueno para ningún deporte. No sé, simplemente, saber que no era bueno para ello me hacía no querer hacerlo, quizá la rudeza que involucraba, o la fuerza física, donde nunca fui muy dotado... La cuestión es que eso me colocaba en una posición de desventaja frente a los demás niños que se disputaban los puestos de los “más hombres” y que, frecuentemente, se peleaban, se insultaban, se agredían verbalmente a niveles insospechados para un niño de 8 ó 9 años, o competían por ver quién era el más “sexual” de todos: el que le metía mano a las niñas, el que ya se masturbaba, el que podía tocarles las nalgas sin recibir un castigo.

Vamos creciendo y la competencia por la masculinidad cambia con nuestros alcances sociales: Quién es el más borracho o quién aguanta más cervezas, quién tiene más parejas sexuales o quién se acuesta con la mujer más guapa, quién sabe más de fútbol o quién puede arreglar un coche con los ojos cerrados.

 Pareciera que esta competencia se da exclusivamente entre varones heterosexuales, pero no es así: está presente también, y en ocasiones es más feroz, entre los hombres gays:
Quién es el que penetra y quién el penetrado, y si eres penetrado, cómo (si te quedas ahí tirado o si gimes demasiado); a quién se le nota y a quién no, quién tiene el pene más grande, quién puede tener sexo con más facilidad... Las cualidades del hombre que pueden ser trasladadas a la relación gay se traducen sin demora y cobran la misma relevancia acá, en este mundo de colores, donde muchos dicen: “Si quisiera a alguien afeminado y obvio, me conseguiría una mujer”, demostrando niveles de misoginia alarmantes. ¿Por qué ser “menos hombre” te hace menos valioso como persona? … sólo porque eres “más cercano” a las mujeres, al menos en los imaginarios gays.

Me parece francamente lamentable que tengamos que soportar los estereotipos y rechazos del mundo heteronormativo incluso entre los gays. Las cualidades de los hombres (y de las mujeres) dependen del momento histórico en que vivimos, y por fortuna, estamos entrando en una etapa en que al menos, nos comenzamos a hacer una pregunta fundamental para destruir los estereotipos que nos impone la sociedad: ¿Qué es ser hombre? ¿Necesito ser más hombre? ¿Se puede ser más hombre?
Hagámonos esa pregunta y respondámosla con absoluta sinceridad. ¿Estamos dispuestos? ¿Qué pasa si no lo somos? ¿No es preferible ser lo que queremos ser, sin más problemas?
Cuando dejemos de competir por quién es más hombre, tal vez disfrutemos más de nuestra sexualidad...

LEANDRO JORGE.

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